Ya sé que esto que digo es como una herejía, pero a mí lo que más me gusta del festival es la oportunidad de ver la reposición de películas europeas que nunca se estrenaron en nuestra ciudad, tan anticinéfila. Tal es el caso de
Control, una producción de Anton Corbijn (sí, el mismo que les hacía esas fotos molonas a U2) que cuenta la vida y obra (corta) de Ian Curtis y Joy Division. Qué queréis que os diga, aunque las imágenes se centran demasiado en las comeduras de coco del Sr. Curtis y el resto de los miembros del grupo parecen sombras (a lo mejor es porque está basada en el libro autobiográfico de la Sra. Curtis; Déborah para los amigos), yo estuve disfrutando como un marrano en su charca. Qué pasada, escuchar
Disorder o
Isolation otra vez y que se te vuelvan a poner los pelos de punta. Y la versión que The Killers hacen de
Shadowplay…
Una pasada que lució de lo lindo en la pantalla grande del Palacio de Congresos.
Bond.
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